Quizás pueda parecer imposible (improbable, más bien) hablar de fenómenos tan dispares como son la poesía y la política. Sin embargo, si algo nos ha enseñado la historia y esta nueva ola de poesía que estamos sufriendo y disfrutando (y de la que no nos cansamos de hablar), es que la poesía ha tenido y tiene como hobby romper todas las barreras que se le pongan delante. ¿Sexo? Adelante. ¿Alcohol? Adelante. ¿Muerte? Adelante. ¿Política? Por supuesto.
Para centrarnos en este tema debemos remontarnos bastante atrás, ya que esta pareja tan inusual lleva junta mucho tiempo, desde sus orígenes respectivos. Pero, como hay que comenzar algún punto, comenzaremos por la Edad de plata de las letras en España. Tomad aire, coged el café y poneos cómodos, comenzamos la historia de la poesía política.
La primera etapa de la poesía política: La Edad de plata de las letras españolas
La literatura española vive entre 1888 y 1936 un período de esplendor. En estos años, autores como Antonio Machado, Unamuno, Valle Inclán, Juan Ramón Jiménez, Lorca, Jorge Guillén o Alberti elevan las letras españolas con sus obras, conformando una época que permanecerá para siempre grabada a fuego en mentes y retinas. A grandes rasgos, para situarnos un poco en la historia, recordamos que este período se divide en varias etapas: Poesía de Fin de siglo, Generación del 14 y Generación del 27.
En la poesía de Fin de siglo, destaca la Generación del 98, donde un grupo de jóvenes comienzan a reflexionar en sus obras sobre España y las causas de su decadencia, criticando la austeridad del paisaje castellano y la esencia del alma española. Un breve acercamiento a la política de parte de versos malditos de poetas eternos. Posteriormente, en la etapa novecentista, es decir, a finales de la segunda década del s. XX, se impone una nueva mentalidad más acorde con la europea y la racionalidad. Los novecentistas se distinguen de la generación anterior por la defensa en sus escritos de la modernización de España, buscando un ideal de arte puro, desprendiéndose del subjetivismo.
Aquí, ya comenzamos a hablar de nombres propios de la poesía política española. Aparece Antonio Machado, de quien todo lo que se diga se queda corto. Este autor sevillano fue el más joven representante de la Generación del 98. Su obra inicial pertenecía al modernismo, pero la evolución de sus letras terminaron por convertirse en una poesía madurada de compromiso humano y de preocupación existencial, en la que el tema político destacaba con fuerza. El propio Machado se encargaba de dejar clara su ideología, de hecho, en Juan de Mairena, publicado en 1936 se narra como un imaginario profesor y sus alumnos analizan la sociedad, la cultura, el arte, la literatura y, por supuesto, la política. Otro ejemplo, sería su Autobiografía, donde se lee textualmente: Me repugna la política donde veo el encanallamiento del campo por el influjo de la ciudad. Pero, como para muestra un botón, éste es uno de los poemas más famosos de Machado, donde se critica la situación en España, que terminó acuñando la frase España de charanga y pandereta:
La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y alma inquieta,
ha de tener su marmol y su día,
su infalible mañana y su poeta.
(…)
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.
El mañana efímero
Antonio Machado
Otra de las figuras representativas de este período es Rafael Alberti, que imprimía su ideología a todas sus obras. Fue miembro activo del Partido Comunista, hecho por el cual tuvo que exiliarse al estallar la Guerra Civil Española. Su poesía se divide en cinco momentos esenciales: popularismo, gongorismo, surrealismo, poesía nostálgica y, por supuesto, poesía política. Su mayor manifestación es la elegía cívica Con los zapatos puestos tengo que morir (1930). Con el establecimiento de la Segunda República Española Alberti se acerca hacia el marxismo (hecho que reflejan sus obras).
Estos dos autores señalados son dos de los nombres propios más importantes de la historia de la poesía política, pero no los únicos. Tanto antes como después hay una larga lista de autores que se arremolinaron y coquetearon con el tema político.
La larga tradición que aúna la poesía con la política se ve ejemplificada en la creación de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, a la que pertenecían autores de renombre como María Zambrano, Ramón Gómez de la Serna, Miguel Hernández… y un largo etcétera. Su misión consistía en la publicación de manifiestos o charlas en contra del fascismo. Su claro posicionamiento político hizo que muchos de los aquí nombrados tuvieran que huir de España cuando comenzó la Guerra Civil Española. Se pensaba que las palabras harían más daño que las balas, y tenían razón, no hay bala que pare un verso.
Hacia 1955 se consolida el llamado realismo social. Dos de las obras más representativas son: Pido la paz y la palabra, de Blas de Otero y Cantos íberos de Gabriel Celaya, ambos poetas sitúan los problemas humanos en su marca social. En este momento se muestra otro concepto de la función de la poesía en el mundo, la poesía debe tomar partido, no se pueden anteponer las metas estéticas. En la temática destaca el “tema de España” de forma obsesiva con un enfoque político (la injusticia, la alienación, la libertad…). Al servicio de estos temas, la poesía adquiere un tono coloquial, casi prosaico; el cansancio de este estilo no tardó y en torno a los 60 se produce una nueva poética. Del 70 en adelante la poesía no se puede considerar unificada sino que se van a dar diferentes tendencias.
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta
mancharse.
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso, con técnica, que puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
Que trabaja con otros a España en sus aceros […]
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto […]
Son lo más necesario: Lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.
La poesía es un arma cargada de futuro
Gabriel Celaya
Durante la guerra civil, la poesía de carácter político apenas destacó en la península debido a la fuerte censura que existía. Sin embargo, los autores exiliados siguieron denunciando la situación existente en España a través de sus obras. La poesía se define como un arma cargada de futuro, su importancia como forma de cambiar el mundo empieza a modelarse.
Tendremos que esperar varios años hasta que la poesía política vuelva a resurgir fuertemente en nuestro país. Durante los ochenta y los noventa los temas de la poesía se centran en las vivencias del propio poeta, en su yo interior y aborda cuestiones sociales. El concepto de poesía política sí se desarrollará, sin embargo, en países extranjeros.
Hasta aquí hemos visto la poesía política como una sutil crítica al poder y a sus decisiones. Las críticas son veladas y se hacen a través de metáforas y juegos de palabras. Sin embargo, con el inicio del siglo XXI comienza a desarrollarse una nueva forma de concebir la poesía, centrándose en la frase de Gabriel Celaya (que considera la poesía como arma de futuro) y llevándola a la práctica con todas sus consecuencias.
La segunda gran etapa de la poesía política: con el 15M empezó todo
Con el comienzo del S. XXI se producen una serie de cambios en la sociedad y en la política y, como cabe esperar, estos cambios se reflejan en el principal vehículo de transmisión de la sociedad, el arte. En esta segunda etapa que distinguimos de la poesía política en España, hablamos de una poesía totalmente distinta a la anterior. En este nuevo siglo, pasada la censura de la dictadura anterior y, una vez asentada la democracia, las denuncias sociales de la poesía comienzan a ser más directas, más reivindicativas. Los poetas y poetisas usan un lenguaje claro y sencillo, sin metáforas o dobles sentidos, se denuncian las injusticias sin tapujos.
Podemos situar la primera gran manifestación de la poesía de este siglo en el 15M. Sí, aunque no lo parezca, en este momento nace una nueva forma de hacer poesía. Es el gran inicio de la nueva ola de poesía reivindicativa política que conocemos hoy en día.
El 15M es un movimiento ciudadano que comienza el 15 de mayo de 2011 a raíz de la manifestación convocada ese mismo día por diversos colectivos. Esa noche, casi medio centenar de personas deciden acampar espontáneamente en la Puerta del Sol de Madrid en reivindicación por los recortes sociales y las ayudas públicas a los bancos, que provocan indignación y el descrédito de las instituciones públicas y de políticos. Los acampados y sus apoyos van en aumento, llegando a más de 20.000 manifestantes acampados la noche previa a la jornada electoral. Este movimiento que tuvo una gran repercusión a nivel nacional e internacional debido a su difusión por las redes sociales y a los lemas que defendían.
Aquí es donde entra en juego la poesía. El 15M supone un encuentro de la poesía con la palabra que se refleja en los lemas, las asambleas, las redes, los debates… y que intentaban expresar los sentimientos íntimos y las conclusiones sobre la situación del país en aquel momento. Estos lemas se convirtieron en símbolos del movimiento:
(Foto: Sandra Viñas)
Cuando se apagan las farolas brilla Sol
Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir
No somos antisistema, el sistema es antinosotros
Me gustas democracia, pero estás como ausente
Apaga la tele, enciende tu mente
Ya tenemos Sol. Ahora ¡la luna!
Me sobra mes al final de sueldo
¿Dónde está la izquierda? Al fondo a la derecha
A partir de este movimiento, surgieron una serie de poetas que participaron en él o de él. La poesía comenzó a entenderse como una forma de protestar, de llegar a la población, de expresar descontento, de clamar por una sociedad mejor, de criticar las malas decisiones políticas. Y, por supuesto, de dar a conocer a una población dispuesta a luchar, dispuesta a todo por mejorar la situación.
De aquí en adelante ya no hablamos apenas de nombres propios aislados, hablamos de la voz de una generación que mezcla la poesía con la política con el propósito de cambiar la sociedad. Comienza una nueva ola, la ola de la nueva poesía que triunfa por ser directa, evitar las florituras, expresar claramente el descontento de una generación que se define harta de que les tomen el pelo, dispuesta a hacerse oír. En este contexto surgen poetas como Carlos Salem, que vienen del periodismo y que usan Twitter como una herramienta para expresarse, que no solo hablan de amor, sino que se involucran en la política.
También se publican libros de poesía como Ojalá joder de Escandar Algeet (Ya lo dijo Casimiro Parker, 2015) que se define como la radiografía de una generación perdida. En él, el autor habla del inconformismo y reflexiona, por ejemplo en el siguiente poema, sobre el fascismo:
Una
Grande
y Libre
siguieron con sus cánticos de funeral y gloria
anunciando el regreso de la ceguera
como si, aun así, aun hubiera quien los escuchara.
Está la voz vieja
y cansada
de abuelos que contaron las batallas a sus nietos
bajo una estufa de carbón y leña,
y los libros de historia
y el dolor casi universal de mandíbulas por el apretar de dientes
de vidas enteras aprendiendo a callar.
Ahora
que nos dicen
no miréis para atrás
no remováis la mierda
no escarbéis las trincheras donde solo encontraréis cadáveres
ahora
que nos dicen
da igual
o no pasó
no sois quienes para juzgar la historia
ahora
y ellos todavía dicen
Una
Grande
Y libre
Yo solo puedo pensar
“Sí
Mi Polla”.
Una, grande y libre
Escandar Algeet
Otro ejemplo es el siguiente poema de Carlos Salem, donde sobran todo aquello que lo explique y hablan solo los versos:
Es él.
El asesino de pájaros vulgares
y por eso mismo irremplazables.
Él.
El arrancador de alas pequeñas para pequeño vuelos.
También se llama gobierno, banca, estupidez obrera,
policía abusador, sindicalista corrupto, chivato del patrón,
o pobre de derechas.
Él ha matado a mi pájaro cualquiera
sólo porque podía.
Un pájaro de menos
Carlos Salem
En definitiva, el recorrido que hemos realizado por la poesía política nos hace ver que las letras, los versos, los poemas, se constituyen como una forma de lucha contra la injusticia. Desde la primera etapa señalada, donde la poesía política se usaba de una forma sutil, hasta una segunda etapa, comenzada en el 15M y que tiene su máximo esplendor en la nueva ola de poesía política que estamos viviendo, observamos que estos dos conceptos que, a priori parecen excluyente, son inseparables. Y es que, como escribió Hölderlin, poeta alemán, “LO QUE PERDURA, LO FUNDAN LOS POETAS”.
Una respuesta a “Poesía, política y poesía política”